Artístico | Patrimonio Cultural. Generalitat de Cataluña.

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Una casa blanca bajo un cielo azul intenso, el gallinero en segundo plano, herramientas del campo, vegetación y vida en todas partes. Así es como Joan Miró retrata al óleo Mas Miró, el lugar donde tomó la decisión de dedicarse plenamente a la pintura de por vida.
 
Aunque el pintor nació en Barcelona y murió en Palma, pasó largas temporadas en la casa familiar, situada en las afueras de Mont-roig del Camp. Es aquí donde se dejó cautivar por la vida rural y consolidó su vínculo con la tierra catalana, que marcaría para siempre el carácter del artista y, de rebote, su obra pictórica.
Mas Miró comprende el conjunto de edificios satélite de la masía de estilo colonial, erigidos en diferentes momentos entre el siglo XVIII y el XX. La visita al conjunto, catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional, permite adentrarse en el taller del artista, descubrir sus esbozos y material, recorrer el jardín que conserva el gallinero, la capilla, los cultivos y el corral.
 
El paseo por este entorno –amenizado, si se quiere, por las actividades que ofrece la Fundació Mas Miró- es la experiencia ideal para conocer la cuna del estilo simbólico que hoy todos reconocemos como mironiano y que lo convirtió en uno de los pintores más relevantes del siglo XX.
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Pasearse por el pomposo interior original de una mansión modernista sólo es posible en contados edificios. Uno de los mejor conservados es la Casa Navàs de Reus.
 
Flanqueando la plaza del Mercadal desde un chaflán, la casa tienda de la familia Navàs-Blasco es una de las obras más lujosas proyectadas por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner. La fachada del edificio se mantiene majestuosa pese a haber quedado dañada durante los bombardeos de la Guerra Civil. Sin embargo, el verdadero tesoro se encuentra en las estancias interiores que maravillarán a los amantes del Modernismo. La mejor muestra de artesanías se encuentra en cada rincón de la casa: vidrieras de colores, pinturas murales, cerámicas con motivos florales, tapicería de seda y mobiliario elaborado por los ebanistas más reconocidos del momento.
 
La suntuosidad del espacio da ya una idea sobre el poderío económico de sus propietarios, importantes comerciantes de tejidos, así como de la relevancia de Reus en la época, como segunda capital catalana.
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El conjunto de pinturas rupestres de las Montañas de Prades está formado por unos cuarenta yacimientos, pero solo tres son visitables: Portillo de las Lletres, Mas d'en Llort y Mas d'en Ramon d'en Bessó.
 
En las composiciones y escenas pictóricas se observan cazadores y animales salvajes como cabras, ciervos, bóvidos, jabalíes, etc., así como pastores con animales domésticos y un gran número de signos abstractos y simbólicos. Permite ver la transición de los recolectores-cazadores (lenguaje más sencillo) hacia los agricultores (lenguaje más complejo).
 
Este también podría haber sido un espacio de culto al sol: además de las escenas de caza, también vemos la recolección de la miel y puestas de sol.
 
Para facilitar la comprensión del conjunto de todas las pinturas, se creó el Centro de Interpretación del Arte Rupestre de las Montañas de Prades, situado en Montblanc. Se puede ver una buena muestra de estas imágenes prehistóricas y también una exposición, con reproducciones a escala real de los abrigos rupestres.
 
Parte del conjunto (una quincena) fue incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998, junto con el resto de yacimientos de arte rupestre del arco mediterráneo de la península ibérica, y es parte de la Ruta del Arte Rupestre.
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Las pinturas rupestres del Cocó de la Gralla, con más de 8.000 años de antigüedad, fueron descubiertas en 2004 por un vecino de la zona, pero hasta diez años después no se informó las autoridades de su existencia.
 
Las pinturas están situadas en el Parque Natural de Els Ports, en el barranco de Montpou, en el municipio de Mas de Barberans (Montsià) y constituyen un hallazgo extraordinario: encontramos un tipo de figuras que no habían sido documentadas en Cataluña hasta 2018.

El conjunto de pinturas está formado por 69 figuras de estilo levantino o naturalista, entre las que se pueden observar 27 arqueros, 4 figuras humanas o 3 cabras; algunas llevan ornamentos, como por ejemplo plumas. Destacan dos hileras de arqueros a la carrera, así como varios animales y huellas, que forman una posible escena de cacería. Estas figuras hacen de este conjunto uno de los más excepcionales que se conservan en Cataluña.
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El municipio de Capçanes, en el Priorat, posee la concentración de yacimientos rupestres más grande de toda Cataluña. Suman, en total, 19 conjuntos repartidos entre dos barrancos: el de la Vall y Parellada. Una de las representaciones más importantes es "la matanza", un mural de 27 figuras que representan una matanza o un sacrificio humano, una rareza en el arte levantino que hace del conjunto un hallazgo único
 
Entre las más de 150 figuras humanas y de animales que se identifican, destaca también un gran toro de 54 centímetros, uno de los más grandes documentados hasta hoy, así como tres grabados en el techo del abrigo que representan tres ciervos. Se trata del primer conjunto en Cataluña donde encontramos pinturas rupestres dibujadas en el techo de un espacio abierto, que datan de una época en que se cree que no había arte rupestre en el territorio y, por lo tanto, podríamos estar ante el principio del arte rupestre en Cataluña.
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Pintura mural, sobre madera, escultura, tejidos, indumentaria, fondo documental, orfebrería, objetos para la liturgia... El fondo actual del Museo Diocesano de Urgell es un referente del arte sacro donde brilla especialmente el Beatus de Liébana , una de las dos únicas copias que hay en Cataluña de la obra que el abad Beat del monasterio de Liébana escribió a finales del siglo VIII comentando el libro del Apocalipsis.

Curiosamente el Museo nació a partir de una exposición temporal que se realizó en 1957 con las piezas del Tesoro de la Catedral. Tal fue el éxito de la muestra que la exposición se hizo permanente y la colección se fue ampliando con piezas procedentes de toda la diócesis de estilos románico, gótico, renacentista, barroco y del siglo XIX. Entre las adquisiciones hay tesoros como la Bula del papa Silvestre II.

En 1969 se habilitó la iglesia de la Piedad (anexa a la catedral de Santa Maria de la Seu d’Urgell) como sede del museo. Este espacio aporta obras propias al fondo de la colección como el retablo de la Piedad y el conjunto de la Dormición, realizadas por el escultor Jerónimo Xanxo.

Una de las obras más significativas del fondo es El retaule dels Goigs de la Verge, de Abella de la Conca. Es de Pere Serra y data del siglo XIV. Además de su valor artístico, tiene detrás una historia de ladrones de guante blanco. Fue robado en 1972 y, tras un largo periplo, se recuperó seis años más tarde en Nueva York.
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Frederic Marès, además de ser escultor, sintió desde muy joven la pasión por el coleccionismo. A lo largo de más de 80 años reunió un gran número de obras de arte (especialmente escultura) y más de 50.000 objetos. En 1944 dio sus colecciones a la ciudad de Barcelona que las exhibiría, dos años más tarde, en el Museo Frederic Marès ubicado dentro del antiguo Palacio Real de los Condes de Barcelona.

En el sótano y en las dos primeras plantas se concentra la colección de escultura hispánica: desde la antigüedad hasta el siglo XIX. Una de las joyas de la corona es el relieve L’aparició de Jesús als seus deixebles al mar, atribuido al Maestro de Cabestany, obra maestra del románico catalán procedente del monasterio de Sant Pere de Rodes. También está bien representada la escultura del Renacimiento y el Barroco castellano. En menor medida se muestran otras colecciones artísticas durante el recorrido (pintura, orfebrería, mobiliario o tejidos).

En el mismo edificio también se exponen los objetos que había ido colecciones Marès: muñecas, relojes, abanicos, pipas, naipes, daguerrotipos, botes de farmacia, soldaditos de plomo, etc. Es el espacio llamado Gabinete del coleccionista (Marès lo bautizó como Museo Sentimental). El visitante puede recorrer 17 salas, donde se acumulan miles de objetos curiosos y entrañables que reflejan la vida y las costumbres del pasado, especialmente del siglo XIX.

Finalmente, quien quiera adentrarse más en la figura de Frederic Marès puede visitar el estudio biblioteca del artista. Este espacio acoge un conjunto de obras escultóricas de Marès, que él mismo eligió para mostrarlas al público, además de una serie de objetos personales.
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Una de las colecciones de arte románico catalán más importantes de Catalunya se puede ver en el Museu Diocesà i Comarcal de Solsona, ubicado en el Palacio Episcopal. Además de visitar la época medieval, el visitante podrá hacer un viaje en el tiempo: desde la prehistoria hasta la edad contemporánea.

En la extensa sala de románico destacan, por encima de otras piezas, los elementos arquitectónicos que provienen de los claustros de la catedral de Santa María de Solsona: varios capiteles y una columna historiada por el taller del maestro Gilabert de Tolosa.

Muy destacables son también la muestra de vírgenes de los siglos XII y XIII, grandes ejemplos de pintura mural prerrománica y románica de los conjuntos de Sant Quirze de Pedret y Sant Vicenç de Rus, la pintura sobre tabla de los paneles laterales del altar de la iglesia de Sant Andreu de Sagàs, la tabla gótica con la escena de la Santa Cena de Santa Constanza de Linyà y el retablo de Sant Jaume de Frontanyà.

El Museo Diocesano de Solsona fue creado en 1896 por el obispo Ramon Riu i Cabanes. Los objetivos eran los mismos que los de los otros museos eclesiásticos como el Museo Episcopal de Vic, fundado 5 años antes: preservar el patrimonio de la diócesis y contribuir a la reconstrucción nacional impulsada por la Renaixença catalana. Todo este patrimonio peligró con el estallido de la Guerra Civil, en 1936. Por ello, parte de las obras fueron trasladadas a Ginebra y volvieron a Solsona una vez terminada la guerra. El actual museo es una herencia de la renovación que se hizo en los años ochenta.
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La visita al Museo de Historia de Girona comienza observando su edificio. Es un casal gótico (siglo XV) propiedad de la familia Cartellà que se convirtió en el convento capuchino de San Antonio en el siglo XVIII. De esta época se conserva el cementerio, la cisterna y el claustro. A finales del siglo XIX se adaptó como instituto y, finalmente, se transformó en museo en 1981. Además, acoge los restos de la muralla de la antigua Gerunda y una parte del recinto de la Judería medieval.

Todo un viaje por la historia de Girona que ya anuncia lo que encontrará expuesto el visitante en su interior: un recorrido cronológico por la Girona romana, la medieval, la moderna y la contemporánea que se completa con diversos ámbitos de tradiciones catalanas como el de la copla y la sardana.

Entre las piezas destacadas se encuentra el fragmento del mosaico pavimental de Can Pau Birol del 300 dC, la escultura de bronce del Ángel de la Catedral de Girona realizada en 1764 por Ramon Salvatella, las obras modernistas y novecentistas los escultores Fidel Aguilar y Ricard Guinó o los carteles de actos políticos de la Transición en Girona, entre otros.

El museo gestiona también el refugio antiaéreo del Jardí de la Infància, de la Guerra Civil, y el establecimiento modernista de la Agencia Gómez.
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Una de las consecuencias de la Revolución Francesa fue el nacimiento nacionalismos en Europa. Cataluña no se quedó al margen y a mediados del siglo XIX apareció la Renaixença, un movimiento cultural que tenía el objetivo de hacer del catalán una lengua literaria y de cultura a la vez que exaltaba la historia de Cataluña y la idea de patria.

En este contexto, nació en 1890 en Barcelona el Centre Excursionista de Catalunya. El objetivo fundacional era "fomentar las excursiones por nuestra tierra para hacer que sea conocida y amada, y también publicar los trabajos resultantes de estas excursiones, crear una biblioteca y archivo". Qué mejor manera de documentar las salidas, a finales del siglo XIX, que a través de la fotografía.

El Centre Excursionista recogió tal cantidad de material gráfico que tuvo que crear el Archivo Fotográfico en la calle Paradís de Barcelona. Actualmente custodia más de 100 fondos (400.000 imágenes) procedentes de donaciones particulares y legados. Las temáticas son variadas: paisajes de Cataluña y actividades montañosas, arqueología, espeleología, náutica, ciclismo, boxeo... El conjunto es un importante legado histórico de la Cataluña de los siglos XIX y XX.

Paralelamente, el Archivo muestra la evolución técnica de la fotografía. Encontramos colodiones en vidrio de la década de 1860, placas de gelatinobromuro de plata de finales del siglo XIX, nitratos, placas estereoscópicas y autocromos. También se conservan utensilios fotográficos históricos como cámaras, trípodes, instrumentos de laboratorio o fotómetros.